2 Los nuevos lenguajes del arte de la vida
Por Mireya Baglietto
 

Percepción e imaginación creadora

Es el corazón del hombre el que sintetizará las otras dimensiones. Es el corazón que pulsa y a su vez, registra el pulso del Universo. Es el corazón que, abierto per-ceptivamente, llegará a darse cuenta de todo aquello que nuestra mente aún tiene dificultad en comprender.

Si nos atenemos a las pautas establecidas por nuestra cultura que han propiciado el viejo protagonismo y desarrollo del objeto y el límite, diríamos que la percepción se reduce simplemente a un acto de recono-cimiento sensorial y que la imaginación es sólo un aporte a la creatividad.
Este concepto reductivo y tradicional que privilegia a artistas, científicos, filósofos, etc., destaca y refuerza la sólida y vieja frontera entre creadores activos y consumidores pasivos, privilegiando también al objeto como leit motiv de la creatividad del artista y gran parte del desarrollo de la decadente cultura occidental.
La situación equívoca se multiplica como una célula enferma, provocando distorsiones sociales tales como el consumismo, la destrucción de la naturaleza, la alienación económica y social y otras tantas condiciones que exceden perversamente las auténticas necesidades de la humanidad.

El viejo protagonismo puesto en el objeto y el límite deberá ser irremediablemente reemplazado por la prístina y potente creatividad humana, donde la percepción y la imaginación serán la "quintaesencia" de un nuevo despliegue orgánico y generativo. Este despliegue flexible, quiebra y supera toda frontera limitativa, modificando sustancialmente el excesivo rol protagónico del objeto, para que todos y cada uno de nosotros seamos los conductores de múltiples actividades polivalentes.

Un abanico de ideas y disciplinas tramadas con urdimbres naturales sucederán al viejo y obsoleto orden establecido, y si bien en esta primera etapa se podrá llegar a confundir desarticulación con caos, las condiciones evolutivas harán que lentamente el juego se vaya ordenando para que todos ocupemos el rol acorde con nuestra identidad.

El lenguaje que, no sólo ayuda a expresar el pensamiento sino que esencialmente colabora a su configuración, tendrá que acelerar su desarrollo para crear las nuevas ideas y conceptos. La dinámica mutante se organizará partiendo de nosotros mismos, desvaneciendo un sinnúmero de antiguas formalidades y sociedades existentes para dar nacimiento a otras alianzas e integraciones.

El concepto de unidad cuerpo-mente-espíritu tendrá que tener palabras que lo resignifique. Se crearán también nuevas palabras, cuando las cosmovisiones de oriente y occidente acojan en su seno la sabiduría cosmogónica de los pueblos originarios de nuestra América. Los nuevos tiempos resignificarán símbolos y parirán ideas renovadoras, al mismo tiempo que viviremos una integración retroprogresiva y transcultural, transversalizada por el fusionante amor humano.

En esta cultura de protagonistas, la creatividad se ubicará junto al lugar de autopermiso y asociada con nuestra inteligencia, desplegará sus alas latientes al encuentro de asociaciones naturales, que nos ayuden a entender la vida como un punto en el espacio y a la eternidad como nuestro continente ilimitado.
Esa inteligencia pulsante entrará en simpatía con el ritmo de los mares y con las estrepitosas erupciones que brotan de la Tierra, y nos harán entender, sin por eso justificar, la xenofovia, el desgarrante holocausto de Hiroshima o el atroz flagelo de la droga. Así también, nos daremos cuenta de la inutilidad de luchar contra el sistema, porque ello, es alimentar su resistencia. Si fortalecemos nuestra identidad, en comple-mento con la de los otros, contribuiremos al crecimiento armónico de todas y cada una de las partes de este organismo vivo que es la humanidad. Todos sabemos todo, aunque en principio no nos demos el permiso para reconocer que nuestra percepción permite el primer vínculo con el entorno, ya que religa nuestro adentro con nuestro afuera valiéndose del incalculable potencial de los sentidos que producen el desarrollo cenestésico. Nuestra imaginación creadora, que supera el alcance de la percepción y al pensamiento lógico, establece otros contactos y organiza otras asociaciones. Así, esa acción creativa mayor, que es el depurado acto de amor de nuestra vida, ya no será el paradigma de la felicidad, sino la felicidad misma de saber que tenemos una amplia medida por colmar, una medida inefable donde el siento, percibo, imagino, pienso, hago, construyo, serán partes de la sumatoria que sintetiza el encuentro de nuestro protagonismo, con los nuevos lenguajes del arte de la vida.