Espacios para una espiritualidad no dogmática
Situar al Arte Núbico dentro del contexto de las artes plásticas,
es el mayor desafío dentro de los propósitos de estos
textos. Dicho desafío se produce cuando vamos más
allá del análisis formal o del enfoque artístico
de la obra, ya que la obra es evidentemente una obra de arte, y
como tal se la acepta como es. La cuestión se plantea al
valorar los alcances producidos por la obra en los participantes.
Alcan-ces que superan tanto mis expectativas como las expectativas
de los participantes, como así también su-peran la
capacidad analítica de los críticos y pensadores del
arte de mi país.
En varias oportunidades expresé que los Espacios Núbicos
son campos de estimulación sensorial que tienen como objetivo
ampliar la conciencia humana. Pues bien, el cometido se cumple y
la conciencia se abre, pero ¿qué sucede cuando la
conciencia se abre? A esta altura, ya perdí la ingenuidad
y puedo ver que cuando la conciencia se abre hacia horizontes múltiples,
como es en este caso, ésta se amplía hasta alcanzar
niveles que sólo pueden encarnarse en la conciencia cósmico
/ religiosa.
Si bien el propósito fundamental del Arte Núbico siempre
fue provocar estados expandidos de conciencia, hecho que se produce
naturalmente al ampliar las coordenadas tempo-espaciales de la habitualidad,
la devolución del co-creador sintiente manifiesta la llegada
a lugares del sí mismo donde se torna difícil establecer
una comparación pragmática la que como tal, resiste
todo encasillamiento.
Ante lo nuevo, el pensamiento no alcanza, por eso debo estar bien
despierta para trabajar en estos campos pluridimensionales del espíritu
y atender de modo muy particular cuando los participantes mani-fiestan
el "sentir de otra manera", o "Al perder
mi cuerpo me di cuenta que estaba conmigo mismo" o sim-plemente
dicen "No puedo explicar cómo es, es sentirlo, sólo
sentí, es algo que me colma el espíritu" .
Las evidencias plasman entonces, categorías antes inexistentes:
una obra donde se crea otra obra, y esa otra obra, no tiene materia,
ni memoria, ni tampoco tiene lenguaje para ser expresada o decodificada.
Es entonces el co-creador sistiente quien valida y manifiesta el
emergente de este nuevo vínculo espiritual.
Por otro lado, al ser espacial, participativa, dinámica y
asimbólica, los registros documentales resultan relativos.
Las fotografías y los videos tornan evidente que una foto
de la obra, no es la obra, como tampoco lo es un video. Un observador
tradicional que no se compromete con su recorrido a través
del espejo no está haciendo la experiencia. Mirar pasivamente
un EN jamás va a provocar aquello que expresó un co-creador
sintiente "Sentí el estallido calmo de la apertura
de mi conciencia, ya no puedo ver el mundo de la misma manera que
antes"
El sociólogo Luciano Florit, al referirse a los Espacios
Núbicos dice que "Los soportes materiales no deben
confundirse con la obra", me cabe entonces agregar que
los Espacios Núbicos son sólo un deto-nante para ese
proceso recursivo que eleva varios niveles a la conciencia humana.
"Y por su obra también,
en la medida en que, al término de todo lo que crea,
el hombre, inevitablemente vuelve a encontrar al hombre un
poco más alto; un hombre engrandecido, sea por medio
de la penetración sensorial de lo inmenso y lo ínfimo,
sea por la invasión geométrica del espacio,
sea por la multiplicación y aceleración directa
de su poder cerebral de pensar."
|
Pierre Teilhard de Chardin |
Espacios nuevos / nuevas rutas
Estas focalizaciones de los Espacios Núbicos inauguran dos
rutas que, a su vez se bifurcan para volver a encontrarse dentro
del cuerpo de los co-creadores sintientes. Una de esas rutas es
la del arte y la otra la de la espiritualidad no dogmática.
Recuerdo que en 1980 en aquel tiempo en que experimentaba esa revulsiva
acción interna que me llevara hacia estos destinos, comencé
a buscar paralelismos con otros artistas de la historia del arte,
que me pudieran brindar alguna clave o un aval comparativo al momento
de luminosidad que me invadía y me mostraba la multidireccionalidad
del pasado y el futuro (*). Mis conocimientos sobre el arte y espe-cialmente
sobre las artes plásticas eran ortodoxos y se remitían
básicamente a la relación con la obra realizada, con
ese producto de la creatividad que el artista testimonia por medio
del objeto de arte.
La cuestión no era fácil, había echado a rodar
una aventura creativa cuyo horizonte móvil no era asible,
ni representable ni se concebía como una entidad en sí
misma. La aventura cuestionaba dos aspectos esen-ciales que hacen
a nuestra relación con el arte y la vida: la representación
por medio de la organización euclidiana del tiempo y el espacio
y el sistema de comprensión occidental con su predominio
desmedido de la razón, donde la sensibilidad queda sólo
para cubrir necesidades "domésticas". Fue así
que en la búsqueda, en pos de nuevas relaciones con el mundo
y el trasmundo, indagué, investigué y realicé
múlti-ples experiencias hasta llegar a la creación
de estos aventurados campos de estimulación sensorial don-de
se redimen las leyes básicas de la percepción y donde,
a causa de la condición ingrávida, es posible sentir
al espacio cósmico, en frecuencia semejante al modo como
nuestros antepasados sentían el espacio de campo.
Por esos tiempos, aunque todavía no tenía plena conciencia
de estar entrando en un territorio nuevo, me pregunté también
si existían estilos o movimientos que a lo largo de la historia
del arte contemporáneo hubiesen puesto su interés
en el espacio no dimensionable, carente de objetos y símbolos
y si algún otro artista enfocaba su libido creativa hacia
la develación de la creatividad del público participante.
Hoy, al cabo de más de veinte años de experiencia
y práctica con los Espacios Núbicos y comparando obras
y pensamientos de otros artistas, y pensadores del arte, sólo
encontré analogías en el plano teórico y en
las construcciones sociales y espirituales de sus pensamientos.
Tal es el caso de Ives Klein, por su valorización del vacío,
Joseph Beuys, por su búsqueda y acción en los territorios
sociales y espirituales, Paul Klee, por su comprensión del
proceso creativo, Lucio Fontana, por sus inquietudes transgresoras
en la aproximación al espacio. Lygia Clark, por su enfoque
y desarrollo hacia la apertura de conciencia, el trabajo y la resimbolización
del objeto sensible en pos de la terapia. Cada uno de estos artistas
me con-movió con sus discursos, pero al momento de contactar
las obras, la mayoría de los discursos teóricos que
había leído o escuchado no llegaban a plasmarse en
la medida que mis inquietudes lo esperaban y exigían para
este análisis. Por todo esto me di cuenta, que la revulsión
creativa, consecuencia de fuertes movimientos internos, presenta
siempre una brecha entre el lenguaje de la palabra y el lenguaje
de la obra, sobre todo cuando el lei motiv del acto creativo es
inmaterial y plasma un nuevo espacio. Es cierto también,
que al no haber experiementado a fondo esas otras obras no tengo
el instrumento fehaciente para cotejar, vale decir, me pasa con
la obra de otros artistas algo semejante con lo que puede sucederle
al lector que no experimentó la ingravidez de los Espacios
Núbicos. Pero para tranquilidad de dicho lector, siento importante
decir que aún conservo un archivo de varios miles de testimonios
escritos que se han ido acumulando a lo largo de estos años,
como sedimento de cerca de los 350.000 participantes.
Como reconozco que este tema de abordar la aventura creativa me
obligó a aceptar la soledad. ¿Con quien compartir
la presencia instintiva y brutal de un espacio pleno, con su caudal
erótico y a su vez místico, que configura la "materia
" de mi obra? Si bien a lo largo del camino de la investigación
plástica, sensorial y documental tuve un grupo estable y
muy valioso de colaboradores, quienes junto a otros colaboradores
circunstanciales hicieron las tareas de investigación, realización,
montaje, documentación y un sinnúmero de actividades
complementarias, no existían otros artistas comprometidos
desde sus pro-pias obras, ni tampoco pensadores del arte que estuvieran
dispuestos a escuchar e indagar sobre este mundo atemporal cuya
"realidad" se encarna a través del uso de un espejo.
Siempre sentí que el arte es sagrado, así como es
sagrada la visión humana que abre carriles por donde transita
el flujo de la Creación. Estoy convencida que el arte puede
responder preguntas que atañen a terri-torios metafísicos
donde la intencionalidad del espíritu pueden llegar a esos
"lugares" superiores que las religiones tomaron para sí.
Siguiendo esta línea de pensamiento me pregunto entonces
¿Acaso no es religioso unir nuestro pensamiento individual
y grupal a la Creación? ¿Acaso no es religioso comulgar
con la esencia de la vida a través de la creación
artística?
El arte, en sí mismo, es un acto que re-liga. Porque más
allá de nuestros sentimientos, el arte vincula, relaciona,
convoca aspectos superiores para materializarlos en la Tierra. El
artista es el decodificador de esas altas energías sagradas
de su tiempo, aquellas que deben manifestarse en ese preciso momento
de la evolución.
Hoy, en este momento histórico tan particular ¿acaso
no es más diáfano y transparente encontrar a Dios
en el pulso del corazón que late en el espacio infinito que
en la organización simbólica de las formas o las creencias?
Para quienes somos capaces de abandonar símbolos viejos,
abrevar en nuevos significados de los símbolos conocidos,
incorporar variables de la ciencia y aceptar nuevas cosmovisiones,
el camino es medianamente sencillo o por lo menos despejado. En
tanto para quienes cargan en sus mochilas el bagaje simbólico
del pasado o siguen buscando en ciertas simbólicas artificiales
del poder los nuevos horizontes develadores del momento actual,
el camino se torna difícil, pesado, autolimitativo y hasta
imposible.
Llegado a este punto del análisis del lugar del Arte Núbico
dentro del arte y la espiritualidad, debo reconocer que continúo
con la necesidad de encontrar pares, artistas que busquen crear
a través de la percepción de un pueblo, artistas que
tengan la humildad de reconocerse instrumentos de los nuevos estamentos
inmateriales creados por el inconciente colectivo.
Hoy reconozco también que mi trabajo ya no es más
mío, pertenece al pueblo que recibe y elabora en su conciencia,
el cambio espiritual y material de este momento de la transformación
humana. Este reconocimiento me distiende y también me conduce
a una pregunta sorprendente: ¿El Arte Núbico será
sólo arte o será también un trampolín
para saltar hacia nuevos destinos espirituales?
(*) Ver Ken Wilber. Los tres ojos de conocimiento. Página
174
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